"Las cerezas sabían mejor después de la temporada, cuando ella las sacaba de su congelador mágico y me las ofrecía entre sus dedos blancos y fríos".

Naranja y Chocolate



Huele a galletas. A galletas de esas de naranja y chocolate. Galletas de esas blanditas, que van rellenas de mermelada y bañadas en chocolate con leche. Huele a Sivé, que siempre come de esas galletas.


- Sivé, ¿dónde te has metido?


Ella no responde, y Vanilla supone que toca jugar al escondite y nadie le ha avisado. Arruga la nariz para seguir el rastro de un aroma que es al mismo tiempo dulce y ácido. Pero qué rara eres, Sivé.

Y al final la encuentra, debajo de la cama. En realidad no la ve a ella, sino el paquete de galletas y unas pocas migajas que asoman por el borde de la colcha. Está vacío. El paquete, digo. Un maxipaquete, a decir verdad. Y no queda ni una sola.

- Pero Sivé, pequeña, ¿qué has hecho?
Se la oye respirar fuerte, como si hubiera estado sollozando. No sale, pero V puede leer las lágrimas secas en su voz.

- Como galletas para que puedas abrazarme.






1 comentario:

  1. Y es que las galletas endulzan
    la vida cuando estamos en un
    momento amargo. Sivé sabe bien cómo
    consolar las lágrimas.

    Muás.

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