"Las cerezas sabían mejor después de la temporada, cuando ella las sacaba de su congelador mágico y me las ofrecía entre sus dedos blancos y fríos".

rara enfermedad

Abril se acabó hace tiempo y Sivé parece enferma. Es como si se hubiera resfriado, pero sin tos ni fiebre. Está embotada, le pesa la cabeza y huye del sol porque le pican los ojos. Además, ya casi nunca tiene fuerzas (o ganas) de jugar, se cansa pronto de contar historias y casi todas se las deja a mitad. Le pasa la esfera de turno a Vanilla y le pide que siga él, pero V no sabe leer, o al menos no como ella, y es completamente incapaz de interpretar los cuentos que guardan dentro del cristal. Sivé le ve así de confuso y se apiada, hace un esfuerzo y resume los más importante para llegar al final rápido, sin entrar en detalles. A él le gustan más desarrolladas, adora las pequeñeces, pero claro, no es cuestión de quejarse ahora.
Cuando Vanilla se rompió ella se desvivió para curarle e incluso hicieron un largo viaje para ver a la mujer que se quitaba los pies y curaba con abrazos, y no va a hacer menos por ella, pero no sabe cómo ayudar. Mientras piensa y piensa, Sivé le dice que no se preocupe:

- Me pondré bien, ya lo he pasado otras veces.

Cómo no me voy a preocupar, quiere contestarle, si hasta el vestido se te está volviendo pálido y te cuesta sacar las sonrisas a cuartos. Se muerde la lengua y le prepara leche con canela y limón. Dicen que el limón lo cura todo, y Vanilla exprime uno entero por cada vaso de leche que le pone. Ella hace muecas.

- Qué agrio. Me pica la garganta.

Si pica es que cura. Pero se vuelve a callar.