- Venga, Sivé, vamos a recoger historias -intenta animarla V, aunque más que a euforia suena a súplica, así que trata de disimularlo bajando la voz y el ansia-. Ayer llovió. Seguro que está todo lleno.
Ella, bien agarrada a su tazón de leche, como para que no se le escape, aprieta un poco los labios para no contestar, pero Vanilla insiste.
- Tienes que aprovechar los colores del verano. Las esferas son más pequeñas pero no por eso contienen historias menos importantes.
Pero Sivé está algo pocha. Entre el calor y que todavía está un poco malita parece que no tenga fuerzas para nada. Aún no se ha curado. Vanilla teme en secreto que no se vaya a curar del todo jamás y que de pasar tanto tiempo con la mitad derecha triste le vaya a pasar algo malo. Prefiere no pensarlo, y de verdad que lo intenta, pero es que Sivé ni siquiera olió la lluvia llegar y eso no ayuda a evaporar las sospechas. Ella se suma una pizca más de pena porque lo que menos le gusta en el mundo es ver a V preocupado. Por eso hace un esfuerzo y le dice que si él las recoge, ella se las contará. Le dice:
- Si tú vas a por ellas y las recoges, te contaré todas las que traigas.
Él duda durante el tiempo que tarda Sivé en darle otro sorbito a la leche. No quiere dejarla sola, pero tiene tantas ganas que acaba ablandándose.
- ¿Todas?
- Todas.
- ¿Lo prometes?
Pausa.
- Lo prometo.
Entonces V lamenta no poder darle un buen beso en la frente al despedirse. Sivé nunca abandona una esfera en el bosque, pero él llevará a casa sólo historias bonitas, por si acaso funciona y le alegra la mitad que no ha sonreído al verle salir.
Ella, bien agarrada a su tazón de leche, como para que no se le escape, aprieta un poco los labios para no contestar, pero Vanilla insiste.
- Tienes que aprovechar los colores del verano. Las esferas son más pequeñas pero no por eso contienen historias menos importantes.
Pero Sivé está algo pocha. Entre el calor y que todavía está un poco malita parece que no tenga fuerzas para nada. Aún no se ha curado. Vanilla teme en secreto que no se vaya a curar del todo jamás y que de pasar tanto tiempo con la mitad derecha triste le vaya a pasar algo malo. Prefiere no pensarlo, y de verdad que lo intenta, pero es que Sivé ni siquiera olió la lluvia llegar y eso no ayuda a evaporar las sospechas. Ella se suma una pizca más de pena porque lo que menos le gusta en el mundo es ver a V preocupado. Por eso hace un esfuerzo y le dice que si él las recoge, ella se las contará. Le dice:
- Si tú vas a por ellas y las recoges, te contaré todas las que traigas.
Él duda durante el tiempo que tarda Sivé en darle otro sorbito a la leche. No quiere dejarla sola, pero tiene tantas ganas que acaba ablandándose.
- ¿Todas?
- Todas.
- ¿Lo prometes?
Pausa.
- Lo prometo.
Entonces V lamenta no poder darle un buen beso en la frente al despedirse. Sivé nunca abandona una esfera en el bosque, pero él llevará a casa sólo historias bonitas, por si acaso funciona y le alegra la mitad que no ha sonreído al verle salir.