"Las cerezas sabían mejor después de la temporada, cuando ella las sacaba de su congelador mágico y me las ofrecía entre sus dedos blancos y fríos".

María

Ahí está. Desnuda, de pie en el centro de la habitación, con los ojos brillantes y las ganas en los labios. Es bonita, sin duda. Quizás no la que más, pero hay algo en ella que la hace sobresalir entre aquellas otras chicas. Ella le mira anhelante, él niega despacio. Ella, perpleja, entreabre la boca para decir algo, pero no sabe qué y vuelve a cerrarla. Ha dejado de sentirse cómoda despojada de su ropa, y ahora encoge los brazos para cubrirse los pechos, pequeños y redondos, que ni siquiera han acabado de desarrollarse. Él se enciende un cigarro (aunque después no lo fumará), saca algo del bolsillo y se lo tiende. La inseguridad puede reflejarse hasta en el maquillaje de sus pestañas, pero se acerca, recoge el sobre y se viste. “Gracias” es lo único que se oye en todo ese tiempo.


Se cierra la puerta. A un lado, un policía divorciado con 70 euros menos en el bolsillo. Al otro, una puta menor de edad que hoy ha cobrado sin trabajar.

4 comentarios:

  1. Oh! Vaya historia. Es... diferente. No es como las demás, no sé. Cuando pueda te comentaré algo más decente. Es que ahora no me sale nada.

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  2. En ambos, algo diferente en la mirada.



    miau
    de
    caracol

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  3. Relamente bueno, me acaba de dejar sin palabras...

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  4. y las ganas en los labios.

    :)

    cierro Sofia,
    estaré por el fotolog /lamujerdemetal
    y por aquí:


    http://www.hablemosdeloquenonoscontaron.blogspot.com

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