"Las cerezas sabían mejor después de la temporada, cuando ella las sacaba de su congelador mágico y me las ofrecía entre sus dedos blancos y fríos".

Si tú, si yo

Si tú, si yo, si tú, si yo..., canta bajo el chorro de agua templada.



Aunque el verano asoma la nariz por la ventana desde hace unos quince amaneceres, es incapaz de ducharse con agua fría. ¿Qué le va a hacer, si prefiere el vaho? Si tú si yo, si tú si yo, repite con ritmo Muchachito desde la radio, y ella se rie, no puede evitar reírse, porque le hace gracia. En el hospital escayolados, en vez de estar haciendo el amor... Qué planazo.



Se ríe, a carcajadas, y se atraganta con el agua, que sigue lloviendo sobre ella. Pero, como hace siempre, amplía la historia de la canción, sólo para ella. Y deduce que...



Deduce que seguro que en realidad ha sido divertido. Que están uno al lado del otro en la sala de Observación, en camas iguales, igualmente lastimados. Y que de pronto, se les escucha reír otra vez. La enfermera no hace mucho caso al principio, pero es que se ríen en voz baja, y la curiosidad le puede.



Deduce que la enfermera acaba por descorrer la cortina con el pretexto de controlar su evolución, y que se los encuentra ahí, haciendo el amor escayolados, en la sala de Observación del hospital, después de haberse lanzado todos los trastos de la casa el uno al otro.



Y ellos se ríen, y la enfermera se ríe. Y ella, bajo el grifo, se ríe también.















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