"Las cerezas sabían mejor después de la temporada, cuando ella las sacaba de su congelador mágico y me las ofrecía entre sus dedos blancos y fríos".

esto no es una declaración de intenciones

Sivé confía en que ya esté arreglado. Ella dice qe todo se soluciona con un buen abrazo, pero claro, no me puede apretar tanto como necesito con esas manitas tan chicas. O sí que puede pero no quiere, aunque eso ya es cosa suya y a mí me da un poco de miedo preguntar.

No sé si es que se me están quitando las ganas de correr en busca de las botas cuando se forman charcos y decide que hay que saltar. A lo mejor es que estoy algo cansado, o que siempre jugamos a salpicar cuando le apetece a ella y en ocasiones resulta frustrante. Si yo ya lo sé, no hace falta que nadie me diga que no todo puede ser bonito y sonriente, eso lo entiendo, lo que pasa es que me molesta que cuando no lo es parezca que no pasa nada. Sí es inútil enfadarse cuando no tiene solución, pero también es humano, ¿no? Es muy incómodo ver que las palabras que pretendían ser hirientes o melosas como las nubes de algodón de azúcar le entran por un oído y le salen por el otro casi sin adulterar, como si estuvieran vacías o no significaran gran cosa. Pero lo que más me duele, lo que más lo que más, es ser consciente de que no es así y de todos modos necesitar que me lo demuestre. Cuando hago como si me enfadara con Sivé, ella nunca viene a pedir perdón, a preguntar por qué o a empujarme al lago para que se me pase, y al final, si es que parezco tonto, al final vuelvo yo, con las manos de hacer pucheros, y le digo que no pasa nada. Le digo "no pasa nada. No te preocupes, es una tontería. Pero no me gusta que hagas esas bromas". Y me perdona. Ella. A mí. No sé, no entiendo.

Será eso, que soy tonto, o que la quiero aunque no se lo diga, porque seguro que ella ya lo sabe, lo tiene que saber, si es que se me ve en los ojos, llevo escrito que la quiero en cada enredo del pelo. Será que me paso mucho tiempo cuidando de cada Sivé, que a veces parece que en vez de una sea un millón de Sivés, y cuidarlas y mimarlas a todas cansa un poco, agota un poco, despacio pero sí. Me habré puesto enfermo. Será que ahora necesito que cuiden de mí y no sé cómo se pide eso, y sigo pensando que Sivé es una niña y no le puedo pedir que me cuide y vuelta a empezar.

6 comentarios:

  1. eso es como cuando yo me siento como una casa abandonada, de la que huyen, es distinto a pensar que se es una casa solitaria, es mucho peor lo primero

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  2. yo descubro ahora mismo tu blog, pero considerame lectora a partir de ahora

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  3. Tampoco se trata de entender, es más difícil que eso, creo yo. Es tener una certeza al final de un laberinto sin señalizar; nos toca trazar el camino con tiza y a gatas, pero sabemos que llegaremos.

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  4. Creo que acabas de describir perfectamente la etapa de enamoramiento platónico por la que todos hemos pasado alguna vez... xD... Es inevitable ese dudar entre si lo sabrá o no lo sabrá, el pedir perdón por nada... todas esas cosas... Jajajaja.

    Un beso!!

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  5. (mí extraña a Sivé. ¿volverá pronto?)

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  6. ¡Ajjjjjjkkkkkktualice, leñes! =)

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