Tormenta
Ella entra a casa empapada, pero no de lluvia, porque en realidad, aún no llueve. Los bajos de su abrigo gotean culpabilidad y encharcan su camino. Se asoma él al oírla llegar, y sonríe benevolente. Ella responde.
Estaban molestos, pero ya no. Se acercan, se tocan, se abrazan, y la radio les regala un Invierno Porteño mal sintonizado.
No importa, lo conocen, o más bien lo recuerdan. Dos pares de pies lo dibujan en el suelo del recibidor, perfectamente acompasados.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
y ahora yo?Escribir algo después de ti es dejarme en evidencia :P. Precioso como siempre :) alguna vez haces algo mal? :P
ResponderEliminar